Es un sentimiento extraño este de la decepción. Tristeza por haber confiado y perdido; alivio por haberse alejado a tiempo.
Y orgullo por la decisión que se toma. Hoy más que nunca.
Felices de los que no desean nada, ya que nunca sufrirán decepciones. Es cierto que los deseos no satisfechos nos traen decepciones. Pero los deseos satisfechos nos traen satisfacciones. ¿Cual es mayor? mientras más sufra uno, más apreciará los momentos de felicidad, y vice versa. El que no desea nada no sufre decepciones, pero tampoco satisfacciones. Está más allá del deseo y la decepción. ¿En realidad es feliz? No es feliz, pero tampoco desdichado.
Me has decepcionado,me siento decepcionado, esto es decepcionante, son las expresiones en que solemos usar este lexema tan culto, tan elegante, que apenas se entiende, o no se entiende como debiera. Y solemos añadir algo así como:Has frustrado las esperanzas que tenía puestas en ti. En efecto, al usar el verbo decepcionar solemos cargar el peso de la culpa en el decepcionado, no en el decepcionador. Pero si hay un decepcionado, tiene que haber un decepcionador. Si hablásemos en lenguaje transparente, hablaríamos de engañar, que se entiende más claro; aunque probablemente volveríamos a suavizar la expresión diciendo me siento engañado en vez de me has engañado; en efecto, usamos el término decepción cuando se trata de expectativas, de promesas insinuadas, no de promesas hechas.
viernes, 9 de abril de 2010
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