Todos hemos tocado el aire. Lo hemos visto actuar infinitas veces, entre caprichoso, tierno, cálido, bravo, suave, sin escrúpulos, tórrido y fugaz. Lo hemos sentido, paseándose a su antojo, jugando entre caricias con nuestra piel. Podemos disfrutarlo, padecerlo, sentirlo, abrazarlo, pero seguramente ninguno de nosotros, ha logrado atraparlo, es algo intangible, pero muy real.
Igual sucede con nuestros pensamientos, ellos son una especie de aire, cuyos efectos sentimos, pero que a duras penas podemos controlar, tampoco podemos atraparlos, pero si transformarlos.
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