Es posible que nada te cause tantos sufrimientos como tu miedo a sufrir.
Por temor a sufrir tu soledad, sufres el tormento de una mala compañía.
Por temor a sufrir el corte de una relación, sufres por años el infierno de una mala pareja.
Por temor a sufrir el peso de las responsabilidades del adulto, sufres de por vida el pesar de obrar como un niño inválido.
Por temor a sufrir a causa de tus errores, sufres las consecuencias del terrible error de no comprometerse ni jugarse nunca.
Por temor a sufrir el rechazo de los otros, sufres en tu soledad y tu aislamiento sin salir nunca hacia su encuentro.
Por temor a sufrir el que alguien no te quiera, sufres por comportarte tan huidizo o posesivamente, que logras que todos huyan y te dejen solo.
Por temor a sufrir una relación sexual no bien lograda, sufres por años la castración de una impotencia impuesta.
Por temor a sufrir en el infierno, sufres un infierno anticipado impidiéndote vivir en plenitud y libertad.
Por temor a sufrir el fracasar en tu empresa, sufres el terrible fracaso de no emprender ninguna.
Por temor a sufrir el verte sin dinero, sufres por no disfrutar del dinero que hoy tienes.
Por temor de sufrir porque tu hijo de un mal paso, sufres la pena de verlo sobreprotegido e inmaduro, incapaz de dar un paso.
Por temor a sufrir la pérdida del hijo cuando crece, sufres por verlo a tu lado fracasado.
Por temor a sufrir la despedida de tus muertos, sufres el dolor interminable de las muertes no aceptadas.
El temor sano al sufrimiento es una señal de alarma que suena a tiempo para que evites el dolor innecesario, el temor enfermo al sufrimiento es una alarma que suena siempre, te impide vivir y te causa sufrimientos evitables.
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